Salte la navegación

Tag Archives: mujer

Religion

¿Existe un Dios mas grande que la VERDAD o una Moral mas fuerte que el DESEO?

Casi siempre, estoy seguro, uno termina convirtiéndose en aquello que ve en los ojos de quienes desea. Y se conoce que, en las fases más avanzadas del cretinismo, la falta de ideas se compensa con el exceso de ideologías. Osea, mientras mas tonto, más leyudo.
¿Saben ustedes lo que es una religión?
Una religión viene a ser un código moral que se expresa mediante leyendas, mitos o mediante cualquier tipo de artefacto literario a fin de establecer un sistema de creencias, valores y normas con los que regular una cultura o una sociedad.
Como en literatura o en cualquier acto de comunicación, lo que le confiere efectividad a este código moral es la forma y no el contenido.
Todo es un cuento, lo que creemos, lo que conocemos, lo que recordamos e incluso lo que soñamos. Todo es un cuento, una narración, una secuencia de sucesos y personajes que comunican un contenido emocional. Un acto de fe es un acto de aceptación, la aceptación de una historia que se nos cuenta. Sólo aceptamos como verdadero aquello que puede ser narrado.
Es una seña de inteligencia el hacer preguntas esperando respuestas lógicas, la inteligencia es solo el principio para hacer cualquier cosa en la vida, pero la inteligencia con la que se nace es solo munición, para poder hacer algo con esa inteligencia es necesario que transformes tu mente en un arma de precisión. Para llegar a cualquier cosa que te propongas hace falta primero la ambición y luego el talento, el conocimiento y, finalmente, la oportunidad.
La justicia viene a ser solo una afectación de la perspectiva, no un valor Universal.
El silencio hace que hasta los necios parezcan sabios durante un minuto. Los sabios son aquellos que saben mezclar con exactitud la razón y la observación de la realidad que no es otra cosa que el análisis.
Toda oportunidad en la vida surge de una incapacidad ajena de resolver un problema simple e inevitable. Y esta oportunidad nunca es desaprovechada por la religión.
La fe y el acto de creer en seres sobrenaturales, es consecuencia de la biología, otra cosa es que haya alguien que no quiera creerlo. ¿Pero, por qué?
Porque el ser humano al igual que necesita respirar, necesita también creer.
Pero esta teoría o estadística sería rechazada por las 3 cuartas partes del planeta, a nadie se le puede convencer de verdad de lo que NO necesita creer por cuestiones biológicas.
Está en nuestra naturaleza el sobrevivir. La fe es una respuesta instintiva a aspectos de la existencia que no podemos explicar de otro modo, ya sea el vacío moral que percibimos en el universo, la certeza de que vamos a morir, el misterio del origen de las cosas o el propósito de nuestra propia vida, o la ausencia de propósito.
Son aspectos elementales y de extraordinaria sencillez, pero nuestras propias limitaciones nos impiden responder de un modo inequívoco a esas preguntas y por ese motivo generamos, como defensa, una respuesta emocional, como es la FE en algo sobrenatural.
El problema radica en que el hombre es un animal moral abandonado en un universo amoral y condenado a una existencia finita y sin otro significado que perpetuar el ciclo natural de la especie.
Es imposible sobrevivir a un estado prolongado de realidad, al menos para un ser humano. Pasamos buena parte de nuestras vidas soñando, sobre todo cuando estamos despiertos. Por eso digo que la fe es simple y pura biología.
Normalmente los intelectuales son personas que NO se distinguen precisamente por su intelecto. Se atribuye a sí mismo ese calificativo para compensar la impotencia natural que intuye en sus capacidades. Es aquello tan viejo y tan cierto del refrán: “dime de qué alardeas y te diré de qué careces”. Es el pan de cada día. El incompetente siempre se presenta a sí mismo como experto, el cruel como piadoso, el pecador como santurrón, el usurero como benefactor, el mezquino como patriota, el arrogante como humilde, el vulgar como elegante y el bobalicón como intelectual. Aquí esta de nuevo la obra de la naturaleza, que lejos de ser la “prima donna” a la que cantan los poetas, es una madre cruel y voraz que necesita alimentarse de las criaturas que va pariendo para poder seguir viva.
Pero a pesar de todo es imposible iniciar un dialogo racional con los defensores de la FE respecto a creencias y conceptos que no han adquirido mediante la razón, pues su razón ha sido ahogada en páginas en las que abundan relatos de padres e hijos, madres puras y santas, traiciones y conversiones, profecías y profetas mártires, enviados del cielo o de la gloria, bebés nacidos para salvar el universo, entes maléficos de aspecto espeluznante y morfología habitualmente animal, seres etéreos y de rasgos raciales aceptables que ejercían como agentes del bien y héroes sometidos a tremendas pruebas del destino. Ellos perciben siempre la noción de la vida como una estación de paso que invita a la docilidad y a la aceptación del destino y de las normas de la tribu porque la recompensa siempre estaba en un más allá que promete paraísos rebosantes de todo aquello que se ha carecido en la vida terrenal.
La mayoría de todas estas creencias parten de un hecho o de un personaje de relativa probabilidad histórica, pero rápidamente evolucionan como movimientos sociales sometidos y conformados por las circunstancias políticas y sociales del grupo que las acepta.
Buena parte de la mitología que se desarrolla en torno a cada una de estas doctrinas, desde su liturgia hasta sus normas y sus tabúes, proviene de la burocracia que se genera a medida que evolucionan y no del supuesto hecho sobrenatural que las ha originado. La mayor parte de sus anécdotas buenas y bondadosas son una mezcla de sentido común y folklore, y toda la carga beligerante que llegan a desarrollar proviene de la posterior interpretación de aquellos principios, cuando no tienden a desvirtuarse, a manos de sus administradores. El aspecto administrativo y jerárquico parece clave en su evolución. La verdad es revelada en principio a todos los hombres, pero rápidamente aparecen individuos que se atribuyen la potestad y el deber de interpretar, administrar y, en su caso, alterar esa verdad en nombre del bien común y con tal fin establecen una organización poderosa y potencialmente represiva. Este fenómeno, que la biología nos enseña que es propio de cualquier grupo animal social, no tarda en transformar la doctrina en un elemento de control o lucha política. Divisiones, guerras y escisiones se hacen inevitables. Tarde o temprano, la palabra se hace carne y la carne sangra.
La teoría es la practica de los impotentes. Mi sugerencia es que vayamos a la fuente de todo. La Biblia.
Y encontremos la proverbial aguja del pajar, lo único que de verdad interesa en toda la montaña de paja es esa agujita y lo demás es comida para asnos.
¿No es acaso la parábola una indirecta? Es lo mismo que las fábulas, pues al igual que las parábolas son posiblemente uno de los mecanismos literarios más interesantes que se han inventado. Nos enseñan que los seres humanos aprenden y absorben ideas y conceptos a través de narraciones, de historia, no de lecciones magistrales o de discursos teóricos. Eso mismo nos enseña cualquiera de los grandes textos religiosos. Todos ellos son relatos con personajes que deben enfrentarse a la vida y superar obstáculos, figuras que se embarcan en un viaje de enriquecimiento espiritual a través de peripecias y revelaciones. Todos los libros sagrados son, ante todo, grandes historias cuyas tramas abordan los aspectos básicos de la naturaleza humana y los sitúan en un contexto moral y un marco de dogmas sobrenaturales determinados, (Tesis, discursos, opiniones y comentarios), para que se diese cuenta por sí mismo de que no hay nada que aprender de ellos porque de hecho no son más que ejercicios de buena o mala voluntad, normalmente fallidos, para intentar aprender la verdad que está en el interior pero que nos negamos a nosotros mismos por ser demasiado fría y cruel.
Solo se puede convertir a un pecador, nunca a un santo.
Otro equívoco es que toda religión organizada tiene, con escasas excepciones, como pilar básico la subyugación, represión y anulación de la mujer en el grupo. La mujer debe aceptar el rol de ser una presencia etérea, pasiva y maternal, nunca de autoridad o de independencia, o simplemente paga las consecuencias.
Puede tener un lugar de honor entre los símbolos, pero no en la jerarquía. La religión y la guerra son negocios masculinos. Y, en cualquier caso, la mujer acaba a veces por convertirse en cómplice y ejecutora de su propia subyugación.
¿y, los viejos?
La vejez es la vaselina de la credulidad. Cuando la muerte llama a la puerta, el escepticismo salta por la ventana. Un buen susto cardiovascular y uno cree hasta en Caperucita Roja.
En general nada nos hace creer más que el miedo, estar convencidos de estar amenazados. Cuando nos sentimos victimas, todas nuestras acciones y creencias quedan legitimadas, por cuestionables que sean. Nuestros oponentes, o simplemente nuestros vecinos, dejan de estar a nuestro nivel y se convierten en enemigos. Dejamos de ser agresores para convertirnos en defensores. La envidia, la codicia o el resentimiento que nos mueven quedan santificados, porque nos decimos que actuamos en defensa propia. El mal, la amenaza, siempre está en el otro.
El primer paso para creer apasionadamente es el miedo.
El miedo a perder nuestra identidad, nuestra vida, nuestra condición o nuestras creencias. El miedo es la pólvora y el odio es la mecha. La doctrina, como último caso, es solo un fósforo encendido.
La Doctrina forma y debe formar parte de la propia identidad. Cualquiera que lo cuestione es nuestro enemigo. Es el mal. Y estamos en nuestro derecho, y deber, de enfrentarnos a él y destruirle. Es el único camino de salvación. Creer para sobrevivir.

La mayoría de nosotros, nos demos cuenta o no, nos definimos por estar en contra de algo o alguien, más que a favor de algo o alguien. Es más fácil reaccionar que accionar. Nada aviva más la FE y el celo por la Doctrina como un buen antagonista o enemigo. Y cuanto más increíble, inteligente y poderoso sea, mejor. Por que es difícil odiar una idea, requiere cierta disciplina intelectual y tener un espíritu obsesivo y enfermizo que no abunda. Es mucho más fácil odiar a alguien con un rostro reconocible para culparlo de aquello que nos incomoda. Puede ser una nación, una raza, un grupo…lo que sea.
Una de las cualidades del villano debe ser permitirnos adoptar el papel de victima y reclamar nuestra superioridad moral. Proyectaremos en él todo lo que somos incapaces de reconocer en nosotros mismos y demonizarlo de acuerdo con nuestros intereses particulares. Es la aritmética básica del fariseísmo bíblico. Basta convencer al santurrón de que está libre de todo pecado para que empiece a tirar piedras, o bombas, con entusiasmo.

Los ricos siempre querrán ser más ricos, los poderosos querrán más poder, los mezquinos querrán sentirse santos y los Santos querrán ser castigados por pecados que nunca han tenido el valor de cometer.
Las personas vivimos tanto de grandes y pequeñas mentiras como del aire. Si fuésemos capaces de ver sin tapujos la realidad del mundo y de nosotros mismos durante un solo día, del amanecer al anochecer, nos quitaríamos la vida o perderíamos la razón.
Esta es toda la Religión del Mundo.

Fragmentos del Libro «el Juego del Ángel» de Carlos Ruiz Zafón.

———————————————————-